Lionel Messi es humildad, ejemplo cabal de superación y de deportividad, en la victoria y en la derrota. Descreídos: observar su gesto de llamar a DeAndre Yedlin, capitán de Inter Miami CF hasta su llegada, para levantar juntos el trofeo de la Leagues Cup, o su caballerosidad cada vez que le tocó perder finales.
Lionel Messi es familia, perfil bajo y ego en su punto justo.
Lionel Messi es evolución: de capitán callado e introvertido a capitán líder, maduro y “maradoniano”.
Lionel Messi es genio futbolístico, gambeta, engaño, asistencia geométrica y goles de otra galaxia.
Lionel Messi es un cazador oportunista. Dijo de él el entrenador neerlandés Louis Van Gaal: “Argentina juega con 10 cuando no tiene la pelota”. Casi un insulto al fútbol. Le retrucó el español Pep Guardiola, quizás el técnico que mejor lo interpretó: “’Leo’ no está fuera del partido; al contrario: no está corriendo pero mueve la cabeza, mira los puntos débiles del rival y sabe exactamente lo que va a pasar”.
Messi llamó a Yedlin, capitán de Inter Miami CF hasta su llegada, para levantar juntos la Leagues Cup.
Lionel Messi es «personalidad», o «huevo» para la jerga futbolística sudamericana, ya que nunca se esconde y siempre pide la pelota, aun con tres rivales encima (y quien jugó un poquito al fútbol sabe lo que este comportamiento significa).
Lionel Messi es grandeza y resiliencia. Grandeza porque pudo reconocer cuando las cosas no le salían bien en aquellas selecciones argentinas que le endosaban absolutamente toda la responsabilidad. Y resiliencia porque supo insistir, fortalecerse con las derrotas y aprender con los triunfos. Hoy este hombre/futbolista puede decir que es la suma de todos sus éxitos y de todos sus fracasos.
Lionel Messi es sinónimo de fútbol y heredero superador de su compatriota Diego Maradona. Rey de este deporte desde hace algo más de 18 años y hasta cuando él se decida a abdicar. Juegue donde juegue.